Descubre cómo nacieron los famosos post-it

Post-it: cuando lo que no pega, es lo que más falta hacía

Post-it de colores sobre una mesa de trabajo, algunos caídos o desordenados, con el logo blanco de La EJE en la esquina inferior derecha.

En 1968, Spencer Silver, un químico de 3M, estaba desarrollando un adhesivo potente.
Pero lo que obtuvo fue justo lo contrario: una sustancia débil, que apenas pegaba y se despegaba con facilidad sin dejar rastro. Para muchos, un experimento fallido.

Silver intentó darle valor a su hallazgo, lo explicó, lo mostró dentro de la empresa, pero nadie 

encontraba una utilidad clara para aquel “pegamento flojo”… hasta que su compañero Art Fry, que cantaba en un coro, lo recordó.

Tenía un problema práctico: las tiras de papel que usaba para marcar las partituras se le caían constantemente. Y pensó: “¿y si usara ese adhesivo que no pega demasiado?”.

Así, casi por «casualidad», nació uno de los productos más usados del mundo: los Post-it.

Hoy se venden más de 50.000 millones de Post-it al año.
Una idea sencilla. Útil. Y nacida de algo que, en principio, parecía que no servía.

En nuestros talleres y programas con jóvenes, no buscamos grandes ideas ni proyectos perfectos.
Lo que buscamos es algo más profundo: cultivar una forma de mirar distinta, que dé valor al proceso, a la prueba, al error, a la duda.

A esa parte incómoda que todos atravesamos cuando algo no sale como esperábamos.

Por eso, más que pedir aciertos, proponemos preguntas.
Exploramos posibilidades.
Y, sobre todo, dejamos espacio para equivocarse sin que eso invalide el intento.

Si sois docentes, familias o formáis parte de alguna entidad, sabéis que no siempre es fácil acompañar esos momentos de duda o frustración.

Pero son justo esos momentos los que siembran lo más valioso: resiliencia, pensamiento crítico, confianza en uno mismo.

A veces, la clave no está en que todo salga bien, sino en aprender a mirar distinto lo que en principio parecía no servir.

Los Post-it nos lo recuerdan a diario.
Pequeñas ideas, grandes cambios.

Y, sobre todo, una enseñanza clara: no descartemos tan rápido lo que no encaja al primer intento.

Porque quizás, como ese pegamento débil, sea justo lo que más falta nos hacía.

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