
Educación · Creatividad · Historias inspiradoras
El lápiz Staedtler Noris: un clásico que nunca pasa de moda
Un objeto sencillo que conecta generaciones, aprendizaje y creatividad.
Introducción
Seguramente lo has tenido entre las manos más veces de las que recuerdas: el lápiz Staedtler Noris 120, amarillo y negro, con su inconfundible goma roja al final. No es un simple lápiz: es un icono en las aulas de medio mundo y un compañero de viaje para millones de estudiantes desde hace más de un siglo.
Una historia que empieza en Alemania
La historia comienza en Núremberg, Alemania, en el siglo XIX. La familia Staedtler llevaba generaciones dedicándose a la fabricación de lápices. En 1901 lanzaron la marca Noris, que con el tiempo se convirtió en sinónimo de calidad y resistencia.
Su diseño no es casual: el cuerpo hexagonal evita que ruede por la mesa, la madera proviene de bosques gestionados de forma sostenible, y la mina combina grafito y arcilla para lograr el equilibrio perfecto entre suavidad y dureza.
Un icono en nuestra memoria colectiva
Más allá de lo técnico, el Noris forma parte de nuestra vida escolar. ¿Quién no ha afilado uno en mitad de clase, o mordisqueado sin querer la parte trasera mientras pensaba en un problema de matemáticas?
Ha estado presente en los primeros trazos de escritura, en los bocetos de arquitectos y diseñadores, en exámenes importantes y en dibujos improvisados en una libreta.
Incluso en la era digital, el lápiz sigue siendo insustituible.
Estudios muestran que escribir a mano activa áreas del cerebro vinculadas con la memoria y la comprensión de una manera que el teclado no logra. Tomar notas con un lápiz mejora la concentración y favorece la creatividad.
El lápiz como punto de partida
“Un lápiz y un papel son todo lo que necesito para empezar una historia.” — Graham Greene
Quizá por eso el Noris sigue vivo generación tras generación: porque nos recuerda que, para aprender, crear o empezar algo nuevo, basta con lo esencial.
De cara a la vuelta al cole
A una semana del regreso a las aulas, vale la pena detenernos: detrás de cada pequeño objeto, como este lápiz, hay una historia de ingenio y constancia. Y también una invitación a recordar que las grandes ideas suelen comenzar con un gesto tan sencillo como afilar la punta y dejar que las palabras o los dibujos fluyan.
En La EJE también creemos en lo esencial
Porque educar no es acumular herramientas, sino enseñar a usarlas con sentido. Y a veces, basta con un lápiz para abrir mundos.